Siempre en la vida uno parece que necesita de la seguridad de que lo que hace es correcto, esta bien, tienes tus argumentos, tienes tu estructura de pensamiento sólidamente establecida, para creerte lo que piensas, para creer que lo que haces está bien y es lo mejor. Pero en la vida no solo existe tu versión, hay más. Puedes creer que algo que te parece evidente es, eso, evidente, y lo ves tan claro, que cualquier cosa que te haga dudar es, … simplemente falsa. Nadie está en posesión de la verdad, pero, ¿la verdad existe?, o ¿la verdad importa? Hace tiempo que creo que uno no es lo que es en si mismo, que uno es lo que los demás piensan que es, que cuando se desaparece de este mundo, lo que trasciende, lo que queda, es lo que uno es, lo que uno ha sido. Al fin y al cabo, dudo mucho de la existencia divina, de la existencia de un ser supremo, que al final haga una valoración de lo que hemos sido, para decidir si vamos al paraíso o al infierno. No me interesa lo que me pase al final de mi vida o después de mi muerte. Me interesa lo que vivo hoy y lo que esté por venir. El paraíso es la felicidad y el infierno el desastre. Todo está en este mundo. Si hacemos las cosas bien encontraremos la felicidad y si no lo hacemos, pues será un puto desastre. Y eso solo depende de las decisiones que tomemos. Mucha presión, sin duda, cuando además tienes unos cuantos seres que dependen de ti, de lo que hagas y de lo que no hagas.
Hoy he aprendido todavía más sobre el ser humano. Las cosas son lo que son, pero ¿y si no lo son? Hoy he culminado una discusión brutal con ella que no ha llevado a ninguna parte, ni siquiera a la satisfacción de decir todo lo que llevaba dentro, por que no se lo he podido decir. Inmediatamente después me he dado cuenta de que era una burrada, que así no se iba a ningún lado, que nada de lo que pretendía conseguir servía para nada, sino más bien para lo contrario, que, a lo mejor, algo de lo que ella sentía era comprensible, era explicable, aunque yo no estuviera de acuerdo, pero sobre todo, que tenía que ser respetado. Ella tenía su versión y yo la mía, y nuestra obstinación no nos permitía ver más allá de donde termina nuestra nariz. Ha hecho falta que se metiera por medio nuestra hija mayor para darnos cuenta de lo inútil de lo que estábamos haciendo. Dos versiones de una misma historia que quieren ser irreconciliables, que se quieren enfrentar por el hecho de mantenerse enfrentadas, con pocos argumentos, con poca base, simplemente por el hecho de quedar por encima, uno del otro. No se puede sostener esta situación, no se puede construir el futuro basado en el enfrentamiento por el enfrentamiento. Estoy harto y cansado, muy desgastado, y cada vez pierdo el norte más fácilmente. No quiero seguir con esta lucha de versiones, y aunque no paro de intentar hacer lo mejor posible, siempre hay algo que me lleva a cosas de las que me voy a arrepentir inmediatamente. Es tremendamente duro, pero tengo que conseguir encontrar la perspectiva suficiente como para verlo todo con más objetividad, y sobretodo, que ella entienda que nada de lo que hago es por venganza. La he protegido tanto, la he cuidado y la he querido tanto, que aún hoy me cuesta dejar de hacerlo. Y a veces, por este exceso de amor, aunque ya no esté a mi lado, me sigo equivocando, sin saber cómo quererla, desde la distancia de esta separación. Afortunadamente se pudo arreglar. Estuvimos de acuerdo en que nos habíamos equivocado. Y prefiero quedarme con lo mejor, el final, volver a escucharla reír, aunque sea a través del teléfono. Todos, como dice esta canción, deberíamos ser capaces de recordar pensar las cosas dos veces antes de hacerlas.
Me quedo con esta versión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario